viernes, 12 de junio de 2009

Héroes de mi patria, perdón

Desde mi lecho de enfermo me puse a sintonizar algunas radios, mientras hacía zapping en el televisor. En gran parte del Paraguay se realizaban actos conmemorándose la firma del Tratado de Paz, tras tres largos años de guerra con Bolivia. Hace 74 años se ponía fin a una contienda muy sangrienta para el Paraguay. Muchos compatriotas dejaron sus vidas en el campo de batalla, soñando con un país libre, soberano, donde se pueda vivir en democracia y en el que reine la igualdad entre todos los habitantes. Sin embargo, los pocos excombatientes que siguen con vida hoy, en su mayoría vive en la indigencia, olvidados por todos nosotros.
Un excombatiente de aquella contienda, con la mirada perdida en el infinito y con voz quebraba pronunció una frase que, cual si fuera un rayo quema hasta los huesos, y cala en los más profundo del ser. “Aikuaa rire péichataha, iporâve va`êra mo`a amanórire upe Chaco ryguáre (De haberlo sabido que sería así, hubiera preferido haber muerto en el Chaco). Estas palabras me cortaron la respiración, incluso más que esta bronquitis aguda que me tiene a mal traer.
Su rostro parecía doblemente antiguo por los profundos surcos causados por el tiempo, que patentan la difícil vida que le cupo vivir. Las expresiones, tan sinceras y ásperas que fluían desde su corazón, reflejaban la indignación que siente ante tanta indiferencia, ante tantas miserias en que muchos de ellos viven, olvidados por este pueblo que jamás supo valorar en su verdadera dimensión el legado que nos dieron estos hombres, al recuperar nuestro territorio y dejarnos un Paraguay libre y democrático.
Demuestran que para él, al ver cómo se maneja nuestro país, no valió la pena haber sacrificado su juventud para pelear en el campo de batalla con patriotismo y valentía. Estas dos cualidades que hoy día no se observan en las actuaciones de nuestros actores políticos ni sociales.
Esa frase demuestra que estos beneméritos de la patria ya están cansados de tanta hipocresía que se manifiestan cada 12 de junio, en estériles actos y tediosos desfiles. Los pocos héroes encarnados en los abuelitos que ya nos quedan merecen mucho más que eso. Merecen seguros sociales que les permita una asistencia médica permanente y gratuita en cualquier hospital del país y por qué no, visitas periódicas de los médicos hasta sus propias casas; un salario mucho mayor de lo que están cobrando, que les permitan vivir dignamente los últimos años que les restan, salarios que le deberían llegar hasta sus propios domicilios, evitando que formen largas filas en los bancos. Y más allá de esto, tal vez más importante para ellos, el reconocimiento sincero y el respeto de parte de la ciudadanía, que se traduzcan en acompañamientos, en demostración de amor, en compartir momentos, de tal forma que puedan romper la constante soledad en que la vive la mayoría.
Pero, principalmente, merecen que todos asumamos mejor nuestro compromiso en servir al país, con patriotismo y honestidad. Es lo que esperan de nosotros, deseo reflejado en las expresiones de otro excombatiente, quien con emotivas palabras instó a los jóvenes paraguayos a capacitarse, de tal forma a ser más útiles al país.
Mientras, estas verdaderas reliquias vivientes que tenemos viven en la indigencia, un grupo de casi 20 parlamentarios están recorriendo paradisíacas ciudades del mundo entero, costeado con dinero del pueblo, en supuestas misiones oficiales que a toda luz no redundarán en beneficios para el país. Sin ningún reparo, asignaron más de 200 millones de guaraníes en viáticos. Me avergüenzo y no hay perdón por ello.Con el permiso del honorable excombatiente, -pena que desconozco su nombre-, dedico a estos parlamentarios y a todos aquellos que tienen en sus manos la posibilidad de cambiar el destino del país, la frase que pronunciara hoy, con mucha indignación: “Aikuaa rire péichataha, iporâve va`êra mo`a amanórire upe Chaco ryguáre”.