sábado, 30 de mayo de 2009

Pedir peras al olmo

“Por culpa de un coimero, que fue cómplice de la empresa constructora, Florencia hoy, estudia debajo de un mango… BASTA DE IMPUNIDAD… NO MÁS CORRUPCIÓN, Es hora de que el peso de la Ley caiga sobre los responsables”, reza uno de los spots publicitario, acompañado de la foto de una niña escribiendo bajo el árbol.
Entiendo que la intención de la Secretaría de Comunicación de la Presidencia de la República, responsable de estos spots que salen en los diarios y canales de televisión es la de crear conciencia en la población sobre la necesidad imperiosa de desterrar la corrupción en el país. La intención, de ser así, es plausible.
Sin embargo, el método utilizado no creo sea el más idóneo para, ni siquiera desterrar, sino combatir una práctica tan arraigada en un Paraguay, donde siempre reinó y seguirá reinando quien sabe por cuánto tiempo más, la cultura de que es “normal” que se meta la mano en la lata.
Acaso se pretende, con spots publicitarios, lograr el arrepentimiento de los que por tantos años robaron al país? Esperar esto, sería como pretender secar el Atlántico.
Es ahí que se diluye todo intento de credibilidad hacia las buenas intenciones que pueda existir con estos “avisos” que son pagados con fondos de la Itaipú Binacional. Porque de existir una intención real de combatir la corrupción, no hay vueltas que dar. Se debe castigar con cárcel a aquellos que se enriquecieron a costa del pueblo y recuperar todos los bienes robados al pueblo paraguayo. Esto no se consigue con spots publicitarios, sino con una postura firme y decidida de los que tienen en sus manos impartir justicia en el país.
Porque de lo contrario, todo esto sabe a lo mismo que años anteriores, en que se repartía millones y millones a los medios de comunicación, repartija mimetizada en publicidades estatales, para “anestesiarlos” y así, de alguna manera -en algunos casos más en otros menos- tener el control sobre sus líneas editoriales, principalmente en lo relacionado a las funciones del Gobierno, y más aun, a la gallina de los huevos de oro: Itaipú.
Hubo avances. Antes se destinaban varios millones de dólares en anuncios oficiales, con contenido que vislumbraba un excesivo culto a la personalidad de las autoridades de turno, llámese Presidente de la República o el director de Itaipú. Además se potenciaba a candidatos oficialistas del momento. Esta vez, el monto se redujo a unos 700.000 dólares y los personajes del gobierno no aparecen en los contenidos.
La corrupción sigue campante en diferentes esferas de nuestra sociedad. No en vano, el Paraguay sigue ocupando los primeros lugares en el ránking de los países más corruptos del mundo. En uno de los últimos estudios realizado por el Banco Mundial, “La Gobernabilidad Importa 2007: Indicadores Mundiales de Gobernabilidad 1996-2006”, Paraguay ocupaba el tercer lugar de países más corruptos, detrás de Haití y Venezuela.
Las décadas de corrupción dejaron secuelas evidentes en nuestro país: Un sistema educativo inadecuado y con escasa inversión; uno de los peores sistemas de cuidado a la salud, con una tasa de mortalidad infantil que supera el 26,6% (informe de mayo del 2008 de la CIA – Central Intelligence Agency – The World factbook); cerca de 40.000 niños menores de cinco años desnutridos (datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF), cantidad con que se llena fácilmente el estadio de los Defensores del Chaco y 140.000 niños/as con prevalencia a la desnutrición; escaso nivel de desarrollo en el campo; nula industrialización de las materias primas que se produce, escasa inversión, entre otros indicadores.
La recomendación del estudio del Banco Mundial sostiene, entre otras cosas, que los países de bajos ingresos como el nuestro deben aumentar los recursos y la voluntad política dedicada a los esfuerzos anticorrupción. Esto, obviamente no se logra con simples spots publicitarios. Si existe una verdadera intención de combatir este flagelo, se debe comenzar castigando a los corruptos, con cárcel y recuperar lo robado. Esto, por sobre todas las cosas exige una férrea voluntad política y una gran dosis de patriotismo. La impunidad es el mejor alimento para la corrupción.

viernes, 1 de mayo de 2009

¿Algo que festejar en el día del Obrero?

A lo largo y ancho del país -y presumo también a nivel mundial-, hoy se habla del “festejo” del día de los trabajadores. Es natural, teniendo en cuenta que los paraguayos somos muy proclives en buscar una fecha que nos permita preparar el asadito y regarlo con abundante cerveza. Qué se festeja generalmente no importa, siempre y cuando se pueda disfrutar de un festín, cuánto más en abundancia, mejor.
Sin embargo, es importante detenernos a analizar, al menos mínimamente, qué es lo que se festeja hoy. Hay algo que festejar realmente, o el 1 de mayo no pasa de ser una simple excusa para armar una farra, aquellos que pueden hacerlo, claro está.
Para pensarlo mejor, es necesario plantearnos ciertas interrogantes básicas. Los que tienen trabajo, ¿reciben un salario digno que le garantice a él y a su familia una vida decorosa, salud y educación para sus hijos?; ¿cuentan con seguros sociales, y los que tienen, qué atención reciben cuando llegan para consultar al IPS?; ¿son respetados sus derechos a 8 horas laborales diarios?; ¿las mujeres acaso, para asegurarse un puestito de trabajo en las tiendas de los árabes y chinos, no son obligadas a presentarse a las “entrevistas de trabajo” con minis tan cortas que permiten ver hasta los pensamientos?; ¿o son simples leyendas urbanas que para acceder a algún puesto público no importa la preparación profesional, sino el peso del padrino político?.
Y los que están sin trabajo cómo quedan en esta fecha. Acaso tiene algo que festejar aquel padre de familia que al volver a casa, noche tras noche, debe morderse los labios y llorar de impotencia, al mirar a sus hijos y no poder darles la buena noticia de que consiguió el trabajo que está buscando desde hace ya varios meses?; ¿qué puede festejar aquella jovencita, que sueña con estudiar en la facultad, pero que con el título de bachiller calentito bajo el brazo no puede acceder a un puesto en ningún comercio céntrico minado de extranjeros indocumentados?. Los niños que diariamente pululan en los semáforos de la ciudad, aguardando la presencia de algún ocasional “buen samaritano” para ayudar al sustento de la casa, también tienen algo que festejar?; ¿Acaso, los desempleados deben brindar con agua, y el estómago vacío, cuando los funcionarios de Migraciones, de Justicia y Trabajo y otros entes públicos, con silencios cómplices permiten la impunidad de los extranjeros ilegales que usurpan sus puestos de trabajo?.
A todo esto se suma que este año, el día del obrero sorprende en un escenario poco alentador para los trabajadores. El proyecto de ley presentado por el diputado oviedista Oscar Tuma que pretende modificar dos artículos del Código del Trabajo, busca eliminar la estabilidad laboral, que se consigue tras 10 años de servicios. El objetivo es claro: dar “carta blanca” a las patronales para despedir, cuando se les da las ganas, a los empleados sin respetar siquiera la antigüedad, y obvio, sin pagar la doble indemnización, por la estabilidad.Estas realidades nos hacen presumir que no existe nada por festejar. El 1 de mayo más bien es un día para recordar a los mártires de Chicago. Un día de reflexión, donde la clase trabajadora debe elevar su voz de protesta contra tantas injusticias, marginaciones, y contra la criminalización de las luchas sociales. Ahora más que nunca, los trabajadores debemos estar en permanente alerta. No podemos darnos el lujo de quedarnos en las resacas de tantos festejos sin razones, bajando la guardia, que a su vez permita que nos madruguen este tipo de proyectos que buscan seguir arrebatándonos nuestros derechos.