viernes, 1 de mayo de 2009

¿Algo que festejar en el día del Obrero?

A lo largo y ancho del país -y presumo también a nivel mundial-, hoy se habla del “festejo” del día de los trabajadores. Es natural, teniendo en cuenta que los paraguayos somos muy proclives en buscar una fecha que nos permita preparar el asadito y regarlo con abundante cerveza. Qué se festeja generalmente no importa, siempre y cuando se pueda disfrutar de un festín, cuánto más en abundancia, mejor.
Sin embargo, es importante detenernos a analizar, al menos mínimamente, qué es lo que se festeja hoy. Hay algo que festejar realmente, o el 1 de mayo no pasa de ser una simple excusa para armar una farra, aquellos que pueden hacerlo, claro está.
Para pensarlo mejor, es necesario plantearnos ciertas interrogantes básicas. Los que tienen trabajo, ¿reciben un salario digno que le garantice a él y a su familia una vida decorosa, salud y educación para sus hijos?; ¿cuentan con seguros sociales, y los que tienen, qué atención reciben cuando llegan para consultar al IPS?; ¿son respetados sus derechos a 8 horas laborales diarios?; ¿las mujeres acaso, para asegurarse un puestito de trabajo en las tiendas de los árabes y chinos, no son obligadas a presentarse a las “entrevistas de trabajo” con minis tan cortas que permiten ver hasta los pensamientos?; ¿o son simples leyendas urbanas que para acceder a algún puesto público no importa la preparación profesional, sino el peso del padrino político?.
Y los que están sin trabajo cómo quedan en esta fecha. Acaso tiene algo que festejar aquel padre de familia que al volver a casa, noche tras noche, debe morderse los labios y llorar de impotencia, al mirar a sus hijos y no poder darles la buena noticia de que consiguió el trabajo que está buscando desde hace ya varios meses?; ¿qué puede festejar aquella jovencita, que sueña con estudiar en la facultad, pero que con el título de bachiller calentito bajo el brazo no puede acceder a un puesto en ningún comercio céntrico minado de extranjeros indocumentados?. Los niños que diariamente pululan en los semáforos de la ciudad, aguardando la presencia de algún ocasional “buen samaritano” para ayudar al sustento de la casa, también tienen algo que festejar?; ¿Acaso, los desempleados deben brindar con agua, y el estómago vacío, cuando los funcionarios de Migraciones, de Justicia y Trabajo y otros entes públicos, con silencios cómplices permiten la impunidad de los extranjeros ilegales que usurpan sus puestos de trabajo?.
A todo esto se suma que este año, el día del obrero sorprende en un escenario poco alentador para los trabajadores. El proyecto de ley presentado por el diputado oviedista Oscar Tuma que pretende modificar dos artículos del Código del Trabajo, busca eliminar la estabilidad laboral, que se consigue tras 10 años de servicios. El objetivo es claro: dar “carta blanca” a las patronales para despedir, cuando se les da las ganas, a los empleados sin respetar siquiera la antigüedad, y obvio, sin pagar la doble indemnización, por la estabilidad.Estas realidades nos hacen presumir que no existe nada por festejar. El 1 de mayo más bien es un día para recordar a los mártires de Chicago. Un día de reflexión, donde la clase trabajadora debe elevar su voz de protesta contra tantas injusticias, marginaciones, y contra la criminalización de las luchas sociales. Ahora más que nunca, los trabajadores debemos estar en permanente alerta. No podemos darnos el lujo de quedarnos en las resacas de tantos festejos sin razones, bajando la guardia, que a su vez permita que nos madruguen este tipo de proyectos que buscan seguir arrebatándonos nuestros derechos.

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