sábado, 11 de julio de 2020

“Síndrome de Estocolmo” en tiempo de pandemia

El comportamiento humano, en sus más variadas facetas,  siempre fue y lo seguirá siendo, objeto de numerosos estudios, en un intento de desentrañar su naturaleza, motivaciones y consecuencias. Uno de esos comportamientos, tan llamativo como controversial,  fue bautizado por los expertos como “síndrome de Estocolmo”, a partir de un episodio ocurrido en la capital sueca durante un atraco a una entidad bancaria, donde una de las víctimas, tras estar seis días en cautiverio, abrazó y besó a uno de los secuestradores al momento de la liberación.

El síndrome consiste en que una víctima siente un profundo afecto hacia su verdugo, y en algunos casos, incluso hasta el enamoramiento. Al intentar esbozar una explicación (¿científica?), de este comportamiento humano tan llamativo, los estudiosos, entre otras cosas señalan que generalmente los delincuentes se presentan como “benefactores” ante los rehenes, situación que puede desembocar en una relación emocional de las víctimas por “agradecimiento” con los responsables del delito.

Otra de las conclusiones a las que llegaron los expertos, según las publicaciones de algunos autores, es que el «síndrome de Estocolmo» es más frecuente en personas que han sido víctimas de algún tipo de atropello contra su dignidad, como ocurre con los miembros de una secta religiosa, niños con abuso psicológico, prisioneros de guerra, prisioneros de campos de concentración, víctimas de incesto, entre otros.

El barrio donde vivo hoy se escuchaba a gran volumen, cómo una olla popular era “animada” al son de la polca colorado. Me vino a la mente la conclusión de los expertos sobre el síndrome mencionado previamente. Una vez más, los verdugos se presentan como los grandes “benefactores” ante los rehenes, a quienes mantienen cautivos desde hace años.

Realizar ollas populares para asistir a las familias que están pasando mal es un gesto tan noble y plausible. Pero instrumentarlo para campañas partidarias, sean del signo y color que fuere, desnuda la miserabilidad humana de unos inescrupulosos, quienes aprovechan la necesidad económica de la gente, acumulada durante años de sometimiento y agudizada en estos días a raíz de la pandemia del Covid 19.

Las necesidades de la gente no deberían ser aprovechadas por politiqueros, sean éstos colorados, liberales, o de cualquier otro sector, para sacar réditos partidarios o eleccionarios. Es un atropello a la dignidad de las familias que están pasando mal, que de por sí ya son víctimas de sucesivos malos gobiernos que sometieron al país.

No estoy seguro si los verdugos lograrán esta vez generar aquella relación emocional a la que hacen mención los expertos, que desemboque en el "agradecimiento" de las víctimas en futuras contiendas electorales. Espero que no. 


martes, 9 de agosto de 2011

Dos pueblos unidos por la Fe


El pasado 16 de julio participé, hasta por azar si se quiere, de una experiencia inolvidable que me demostró que más allá de las diferencias entre los pueblos, más allá de las fronteras, siempre existe algo que los une o que los pone a todos en el mismo plano. Fue emocionante ver que ciudadanos argentinos y paraguayos compartían la misma fe, la misma esperanza, que los unía más que nunca. Esa unidad quedó exteriorizada durante la procesión náutica que se realizó por el caudaloso Río Paraná, en ocasión de la celebración del día de la coronación de Ntra. Señora de Itatí, una fecha muy importante para los católicos, en la provincia de Corrientes, e incluso en varias otras provincias argentinas.

Centenares de paraguayos partieron desde el Puerto de Itá Corá, Ñeembucú, en varias embarcaciones, dirigiéndose hacia la Argentina. La comitiva escoltaba la lancha en la que era transportada la imagen de la Virgen de Caacupé. Entre cánticos y oraciones, avanzaba por el riacho, hasta salir al temible “Paraná Guasu”, donde existe el límite imaginario entre ambas costas: Paraguay y Argentina. Allí, una frondosa comitiva de embarcaciones, que seguía a la Virgen de Itatí recibió a la comitiva paraguaya, para luego confundirse en un solo grupo que escoltaba a ambas imágenes, con destino a la Basílica Menor de la mencionada ciudad argentina.

Los devotos, más allá de la nacionalidad, portaban banderas de ambos países, que las hacía flamear durante gran parte del trayecto, lo que hacía sentir piel de gallina a más de uno.

A partir de esta linda experiencia surge un planteamiento natural. Si a través de la Fe, dos pueblos hermanos pudieron unirse, esa unidad también podría proyectarse en otros ámbitos. Sería bueno por ejemplo, lograr la integración plena dentro del Mercosur, que posibilite, principalmente, la libre circulación de bienes y servicios entre los estados partes; terminar con las trabas a la producción nacional, que se sufre al momento de exportarla al vecino país, por citar algunos temas.

Mi experiencia hubiera sido totalmente satisfactoria de no ser por hechos, que no tienen nada que ver con la religiosidad, pero que sale en total contramano a la unidad de los pueblos, que vivenciaba en horas de la mañana. Me indignó mucho la actitud de los efectivos de la Marina Argentina, quienes impunemente, en cualquier hora del día y más aún a la noche, avasallan las aguas territoriales de nuestro país, hostigando a los pescadores de la región, e incautando embarcaciones con matrículas paraguayas. De esto tiene conocimiento la Marina Paraguaya, pero hasta el momento no escuché ni siquiera, alguna queja formal ante los organismos correspondientes.

sábado, 21 de mayo de 2011

Te extraño, viejo

Papá, hoy se cumple un año de aquel 21 de mayo en que acudiste al llamado del Creador; si papá, un año, aunque parece que fue ayer. Desde donde estés, se que en todo este tiempo fuiste un silencioso testigo de cuánto te extrañamos, de cuánto lloramos tu partida, de cuánto querríamos volverte a ver y a abrazarte.

Pasó un año, pero este tiempo no hizo más que hacerme ver cuánto te quiero, papi. Me refugié en los recuerdos de los momentos compartidos, que no fueron mucho (o al menos no fueron lo que quisiera), puesto que muy temprano debí aventurarme a explorar los caminos de la vida. Pero esos momentos, fueron muy significativos, en cada uno de ellos, sentíamos tu cariño, tu amor, aunque sea a tu manera.

En este un año, en tu familia, en nuestra familia padre pasaron muchas cosas; tuvimos momentos muy difíciles, pruebas muy duras, pero sabes qué?, siempre sentí tu compañía, tu aliento que me gratificaban. Sentí que estabas presente en las lluvias para enjuagar mis penas, o en los rayos del sol, para secar mis lágrimas. Todas esas pruebas sirvieron para demostrarte papá, que dejaste como legado una familia con buenos cimientos, donde reina la unión, la comprensión, la solidaridad y por sobre todo, mucho amor. Estoy seguro, padre, que tú también al igual que yo, estás muy orgulloso de tu familia, de nuestra familia.

Fue difícil llegar a casa y esperar en vano verte salir para recibirme. No sabes cuánta falta me hacen esos abrazos y besos con que me premiabas al llegar. Mi mirada te busca en toda la casa, pero la dictadura de la realidad es insoslayable, tú ya estás en otro nivel, en otra vida, en la eterna.

En todo este tiempo he dejado de escribir tan siquiera unas líneas. Cómo hacerlo, padre, si tenía el corazón destrozado, cómo podría hacerlo sin estaba embriagado de tristeza. Sin embargo, hoy, siento que debo volver a hacerlo padre, en tu homenaje, y porque es lo que me pedirías.

Papá, hoy, a un año de tu partida de esta vida terrenal, ratifico el gran amor que siento por tí. Nunca te olvidaré, mi viejo querido. Gracias por todo y hasta siempre

domingo, 20 de junio de 2010

Carta para papá

Te escribo esta carta con las manos temblorosas y el corazón acongojado. Sé que no te gusta vernos tristes, pero te confieso que por más que lo intente no logro evitarlo.

No soy partidario de que debiera existir un día en particular para expresar los sentimientos. Lo considero muy comercial. Más bien, la manifestación de cariño y el reconocimiento debe ser constante y natural. Sin embargo, hoy, Papá, me permito salir de esta teoría. Es que este año, el día del padre me sorprende exactamente al cumplirse un mes de tu partida.

Papá, te fuiste del mundo terrenal después de una tenaz lucha que mantuviste por más de dos años contra ese terrible cáncer, que poco a poco devoraba tus fuerzas, venciendo finalmente a tus deseos de vivir. Sucumbiste como un grande. Hasta el último suspiro de tu vida seguías dándonos ejemplos valiosos de lucha, de perseverancia y de inquebrantable voluntad, sin importar las peores adversidades. En estos momentos me refugio en ese ejemplo, para no vacilar en esta adversidad que tengo en mi vida, para no sucumbir ante el dolor de tu partida, por más difícil que sea.

Tu paso por este mundo no fue en vano y lo honraremos. Valores capitales como la honestidad que siempre nos inculcaste serán nuestras banderas. Tus enseñanzas prenderán en mí toda la vida, así como fue tu deseo.

Desde que te fuiste aquel 21 de mayo quedó un gran vacío en mi vida, como en la de cada uno de quienes te queremos. Nos reconforta pensar que si bien no podemos verte ni tocarte, sentimos tu presencia, pues de hecho que tu partida te ubica en nuestro eterno presente.

Hoy, Papá, ya no puedo darte un abrazo, por más que mi corazón lo esté pidiendo a gritos. Es por eso que recurro a estas líneas para darte un humilde pero sincero agradecimiento por todo lo vivido, por los buenos y malos momentos que pasamos, pues cada uno de ellos estuvo cargado de enseñanzas de vida.

En este día retumba en mi memoria con mayor intensidad que nunca el sonido de tu viejo acordeón con el que, en las lejanas y a la vez recientes noches de mi infancia, arrancabas algunas notas, entre ellas la de tu canción preferida, “Virgen querida”. Precisamente con esa canción realizaste reiteradamente tu perturbador pedido; siempre dijiste que desearías escucharla el día de tu muerte, para bailarla por última vez. Lo cumplimos, papá, al pie de la letra. Antes de salir de tu casa y de llevarte hasta tu última morada, con un nudo en la garganta pero reconfortados por cumplirte tu deseo, te cantamos la canción que tanto te gustaba. Sabía que era imposible, pero te soy franco papá, que en el fondo de mi corazón esperaba que te levantaras y bailaras nuevamente, como lo hiciste en tu último cumpleaños, aunque sea con pasos lentos y cansados. Pero no papi, te quedaste ahí en ese frío ataúd, sumergido en un sueño eterno y profundo.

Estoy seguro que hoy con tu acordeón ya estarás acompañando al coro celestial, alabando al Supremo Creador. El viento se ocupará de que esas melodías también lleguen a nuestros oídos y nos devuelvan la alegría a los corazones de tu esposa, de tus hijos y nietos, que hoy te lloramos. Feliz día viejo y hasta siempre…

sábado, 15 de mayo de 2010

Hay una mujer…

Hoy es un día muy especial, en que se rinde homenaje al ser más sublime: la Madre. Aunque soy del criterio de que un hijo debe honrarla diariamente, me sumo a la generalidad y hoy saludo especialmente a la mía, y a través de ella, a todas las madres de mi país.

Cómo no dedicar unas líneas a ese ser que nunca conoció de cansancio, cuando se trataba de luchar por el sustento diario de la familia. Ese ser, que siempre irradia amor, comprensión y brinda atención a cada uno de nosotros. Ese ser maravilloso, único, que con su testimonio de vida, con su conducta íntegra, nos enseña una entrega y cuidado total a la familia, ejemplos basados en valores.

Aquel “humilde viajero” como se autodenominó Ramón Angel Jara, obispo chileno anticipaba en su RETRATO DE UNA MADRE, que los hijos que lo leyeran verán en ese boceto el retrato de la propia madre.

Me remito a esa magistral poesía para decirte, Mamá, lo mucho que te amo, y rendirte un sencillo homenaje lleno de gratitud. Comparto contigo la obra de Jara que dice:

"Hay una mujer…

…que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor, y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados.

Una mujer que siendo joven, tiene la reflexión de una anciana y en la vejez trabaja con el vigor de la juventud.
Una mujer, que si es ignorante, descubre con más acierto los secretos de la vida que un sabio, y si es instruida se acomoda a la simplicidad de los niños.

Una mujer, que siendo pobre se satisface con los que ama, y siendo rica, daría con gusto sus tesoros por no sufrir en su corazón la herida de la ingratitud.

Una mujer que siendo vigorosa, se estremece con el llanto de un niño, y siendo débil se reviste a veces con la bravura de un león.

Una mujer que mientras vive no la sabemos estimar, porque a su lado todos los dolores se olvidan, pero después de muerta daríamos todo lo que poseemos por mirarla de nuevo un solo instante, por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un solo acento de sus labios.

De esa mujer no me pidas el nombre, si no quieres que empape en lágrimas el pañuelo... esa mujer yo la vi por el camino. Es mi madre!

De esa mujer no me exijáis el nombre si no queréis que empape con lágrimas vuestro álbum, porque ya la vi pasar en mi camino. Cuando crezcan vuestros hijos leedles esta página y ellos, cubriendo de besos vuestra frente os dirán que un humilde viajero ha dejado aquí, para ti y para ellos, un boceto del retrato de su madre."

Autor: Ramón Angel Jara, Obispo chileno y canónigo argentino.

Madre, gracias por tanto amor, por tantos ejemplos. Mamá, gracias por tus enseñanzas. Te amo. Feliz día!!!

miércoles, 3 de febrero de 2010

Intendenta, no solo de fiestas vive el pueblo

Como todas las mañanas, doña María y su marido se levantaron a las 04:00 de la mañana, conscientes de la responsabilidad que implica el sustento de una familia, con cinco integrantes, todos menores. Preparan su mate, compañero infaltable en sus luchas rutinarias y emprenden rumbo hacia el centro, no sin antes de rogar a San Blas un milagro en su día: que exista mucha venta para garantizar el alimento a su familia.
Llegaron al pequeño puesto de venta con que cuentan en el microcentro. Parecía que el Santo Patrono de la ciudad había escuchado las plegarias, porque apenas instalados, aparecieron los clientes, y obvio, se registraron algunas ventas, las que presagiaban un día fructífero.
Sin embargo, poco tiempo después, esa ilusión alimentada por el alentador presagio, se desvaneció por completo. Es que doña Sandra pensaba diferente. Su sed insaciable y hasta enfermiza de recibir loas y zalamerías la llevó a decidir por los demás, ordenando que nadie debía trabajar este día, para “participar de los festejos del cumpleaños de la ciudad”. Una cuadrilla de la Municipalidad llegó al local y obligó a sus dueños a que lo cerraran, no sin antes amenazar con que lo clausurarían si incumplían las órdenes de su majestad.
Con la tristeza en el corazón, el bolsillo vacío y la encrucijada de qué llevar a la casa o qué explicaciones dar a los hijos cuando no tengan nada que poner en la mesa del medio día, la pareja se retiró del lugar.
Así como doña María y su marido, muchas familias fueron obligadas a perder un día de trabajo, en un contexto en que la crisis se está sintiendo con implacable rigor. Crisis que evidentemente la “familia real” de la señora intendenta no siente, puesto que vive en la absoluta opulencia, ostentando fortunas de dudosos orígenes.
¿Acaso la propia Constitución Nacional no garantiza el derecho al trabajo?; o planteando de otro modo, desde la óptica de la festividad de la ciudad, dónde queda la libertad individual de los ciudadanos de decidir qué, cuándo y cómo festejar.
Pero a “su majestad” eso es harina de otro costal. Evidentemente no le importa que ese día de trabajo perdido podría significar a esas familias que ella dice representar, un día sin el alimento necesario para el sustento básico. No le bastaron las zalamerías que recibe de los casi 2000 funcionarios municipales, asistentes obligados a todos los eventos donde asista la intendenta, sino que decidió que todos teníamos que estar allí, mirando y escuchando la parafernalia del proselitismo político que realiza con el dinero del pueblo.
Señora intendenta, si usted quiere participar de sus actos, brindar con champagne, hágalo, está en su derecho. Sin embargo, debería respetar el derecho de los demás ciudadanos, de decidir entre la farra y el trabajo. Cada quien sabe dónde aprieta el zapato. El pueblo, señora intendenta, por si no se haya enterado, no solo vive de fiestas, también debe comer.

viernes, 15 de enero de 2010

Itá Corá: ahogado en el olvido y la desidia (*)

Pobladores transportan las mercaderías en canoas
ante el corte de las rutas por las aguas.

Ruta de acceso a Itá Corá. Desde hace más de un mes
es transitada solo en embarcaciones.

ITA CORÁ (Ñeembucú). Ariel Acosta. Especial. A unos 45 kilómetros al sur de Pilar está ubicado Itá Corá, un pueblo que por un llamativo contraste, es bendecido y a veces castigado por la misma naturaleza. Regado por el caudaloso Río Paraná, su fauna ictícola lo convirtió en un polo turístico interesante, visitado por compatriotas de diferentes ciudades del país, como también por extranjeros, amantes de la pesca.
Sin embargo, es la propia madre natura que también lo castiga, con la ayuda de la mano del hombre, por la vertida de las aguas de la represa de Yacyretá, y con fuerte dosis de desinterés de las autoridades departamentales y nacionales.
Desde hace más de un mes, la comunidad está aislada por el desborde del Paraná, que ya cortó en un trecho de aproximadamente un kilómetro la única ruta de acceso al pueblo, que a estas alturas se convirtió en una “pequeña Venecia”.
Decenas de familias pasaron las de Caín las fiestas navideñas e inicio de este año, pues fueron obligadas a abandonar sus viviendas, para refugiarse en instituciones públicas algunos y bajo precarias viviendas, en la mayoría de los casos.
Los comercios locales están prácticamente desabastecidos de productos, teniendo en cuenta que los camiones distribuidores dejaron de ingresar al pueblo desde hace más de un mes. Para superar este problema, los pobladores salen con pequeñas embarcaciones hasta la zona alta conocida como “Mandarina”, donde reciben las mercaderías para surtir los comercios o la canasta familiar.
DESINTERES
En la propia página oficial de la Secretaría Nacional de Turismo (Senatur), se menciona a Itá Corá como un destino turístico de pesca y para paseos por el río. Sin embargo, pese a ello, la comunidad sufre de la desidia de las autoridades. Los pobladores de esta comunidad coinciden en señalar el desinterés para con la realidad local. En ese sentido, mencionan que con levantar poco más de un metro la ruta, y la construcción de dos grandes alcantarillados, se podría tener una ruta a todo tiempo.
Además, lamentaron que en esta segunda embestida del Paraná, que se dio en menos de tres meses, los afectados por la creciente no recibieron asistencia alguna de parte de los organismos estatales y de las autoridades. En la primera ola de creciente, recibieron colchones y algunos alimentos.
PELIGRO
A todos los problemas ya mencionados, se suma también la invasión de víboras que acarrean serios peligros para los lugareños. Además, abundan las rayas que ya ocasionaron heridas a algunos pobladores.

(*) Material publicado en el diario La Nación en fecha 14/01/10