sábado, 15 de mayo de 2010

Hay una mujer…

Hoy es un día muy especial, en que se rinde homenaje al ser más sublime: la Madre. Aunque soy del criterio de que un hijo debe honrarla diariamente, me sumo a la generalidad y hoy saludo especialmente a la mía, y a través de ella, a todas las madres de mi país.

Cómo no dedicar unas líneas a ese ser que nunca conoció de cansancio, cuando se trataba de luchar por el sustento diario de la familia. Ese ser, que siempre irradia amor, comprensión y brinda atención a cada uno de nosotros. Ese ser maravilloso, único, que con su testimonio de vida, con su conducta íntegra, nos enseña una entrega y cuidado total a la familia, ejemplos basados en valores.

Aquel “humilde viajero” como se autodenominó Ramón Angel Jara, obispo chileno anticipaba en su RETRATO DE UNA MADRE, que los hijos que lo leyeran verán en ese boceto el retrato de la propia madre.

Me remito a esa magistral poesía para decirte, Mamá, lo mucho que te amo, y rendirte un sencillo homenaje lleno de gratitud. Comparto contigo la obra de Jara que dice:

"Hay una mujer…

…que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor, y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados.

Una mujer que siendo joven, tiene la reflexión de una anciana y en la vejez trabaja con el vigor de la juventud.
Una mujer, que si es ignorante, descubre con más acierto los secretos de la vida que un sabio, y si es instruida se acomoda a la simplicidad de los niños.

Una mujer, que siendo pobre se satisface con los que ama, y siendo rica, daría con gusto sus tesoros por no sufrir en su corazón la herida de la ingratitud.

Una mujer que siendo vigorosa, se estremece con el llanto de un niño, y siendo débil se reviste a veces con la bravura de un león.

Una mujer que mientras vive no la sabemos estimar, porque a su lado todos los dolores se olvidan, pero después de muerta daríamos todo lo que poseemos por mirarla de nuevo un solo instante, por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un solo acento de sus labios.

De esa mujer no me pidas el nombre, si no quieres que empape en lágrimas el pañuelo... esa mujer yo la vi por el camino. Es mi madre!

De esa mujer no me exijáis el nombre si no queréis que empape con lágrimas vuestro álbum, porque ya la vi pasar en mi camino. Cuando crezcan vuestros hijos leedles esta página y ellos, cubriendo de besos vuestra frente os dirán que un humilde viajero ha dejado aquí, para ti y para ellos, un boceto del retrato de su madre."

Autor: Ramón Angel Jara, Obispo chileno y canónigo argentino.

Madre, gracias por tanto amor, por tantos ejemplos. Mamá, gracias por tus enseñanzas. Te amo. Feliz día!!!

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