Entiendo que la intención de la Secretaría de Comunicación de la Presidencia de la República, responsable de estos spots que salen en los diarios y canales de televisión es la de crear conciencia en la población sobre la necesidad imperiosa de desterrar la corrupción en el país. La intención, de ser así, es plausible.
Sin embargo, el método utilizado no creo sea el más idóneo para, ni siquiera desterrar, sino combatir una práctica tan arraigada en un Paraguay, donde siempre reinó y seguirá reinando quien sabe por cuánto tiempo más, la cultura de que es “normal” que se meta la mano en la lata.
Acaso se pretende, con spots publicitarios, lograr el arrepentimiento de los que por tantos años robaron al país? Esperar esto, sería como pretender secar el Atlántico.
Es ahí que se diluye todo intento de credibilidad hacia las buenas intenciones que pueda existir con estos “avisos” que son pagados con fondos de la Itaipú Binacional. Porque de existir una intención real de combatir la corrupción, no hay vueltas que dar. Se debe castigar con cárcel a aquellos que se enriquecieron a costa del pueblo y recuperar todos los bienes robados al pueblo paraguayo. Esto no se consigue con spots publicitarios, sino con una postura firme y decidida de los que tienen en sus manos impartir justicia en el país.
Porque de lo contrario, todo esto sabe a lo mismo que años anteriores, en que se repartía millones y millones a los medios de comunicación, repartija mimetizada en publicidades estatales, para “anestesiarlos” y así, de alguna manera -en algunos casos más en otros menos- tener el control sobre sus líneas editoriales, principalmente en lo relacionado a las funciones del Gobierno, y más aun, a la gallina de los huevos de oro: Itaipú.
Hubo avances. Antes se destinaban varios millones de dólares en anuncios oficiales, con contenido que vislumbraba un excesivo culto a la personalidad de las autoridades de turno, llámese Presidente de la República o el director de Itaipú. Además se potenciaba a candidatos oficialistas del momento. Esta vez, el monto se redujo a unos 700.000 dólares y los personajes del gobierno no aparecen en los contenidos.
La corrupción sigue campante en diferentes esferas de nuestra sociedad. No en vano, el Paraguay sigue ocupando los primeros lugares en el ránking de los países más corruptos del mundo. En uno de los últimos estudios realizado por el Banco Mundial, “La Gobernabilidad Importa 2007: Indicadores Mundiales de Gobernabilidad 1996-2006”, Paraguay ocupaba el tercer lugar de países más corruptos, detrás de Haití y Venezuela.
Las décadas de corrupción dejaron secuelas evidentes en nuestro país: Un sistema educativo inadecuado y con escasa inversión; uno de los peores sistemas de cuidado a la salud, con una tasa de mortalidad infantil que supera el 26,6% (informe de mayo del 2008 de la CIA – Central Intelligence Agency – The World factbook); cerca de 40.000 niños menores de cinco años desnutridos (datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF), cantidad con que se llena fácilmente el estadio de los Defensores del Chaco y 140.000 niños/as con prevalencia a la desnutrición; escaso nivel de desarrollo en el campo; nula industrialización de las materias primas que se produce, escasa inversión, entre otros indicadores.
La recomendación del estudio del Banco Mundial sostiene, entre otras cosas, que los países de bajos ingresos como el nuestro deben aumentar los recursos y la voluntad política dedicada a los esfuerzos anticorrupción. Esto, obviamente no se logra con simples spots publicitarios. Si existe una verdadera intención de combatir este flagelo, se debe comenzar castigando a los corruptos, con cárcel y recuperar lo robado. Esto, por sobre todas las cosas exige una férrea voluntad política y una gran dosis de patriotismo. La impunidad es el mejor alimento para la corrupción.